En 1986 el ECONY de Gran Canaria todavía no competía. Entrenaba y jugaba algún partido amistoso con el Sureste sin salir de la isla. Su debut lejos del archipiélago se produciría en el Torneo del Tardor en Sant Feliu de Llobregat donde tuvo lugar la presentación en sociedad de un joven de 17 años que cada dos por tres lanzaba desde el 6’25, sin mucha fortuna por aquel entonces pero con el desparpajo que iba a caracterizar su juego. Era Manolo Rodríguez, para muchos el jugador canario más carismático y uno de los mejores jugadores españoles de todos los tiempos.